El Instituto Superior de Arte y los albores de la especialización artística

Tras la fundación del Instituto Superior de Arte (ISA) el 29 de julio de 1976 se inició otro paso más en el proceso de transformaciones iniciado en 1959, en particular en lo referido a los campos de la educación superior y la enseñanza artística. El otrora Country Club of Havana dio paso al ISA (actual Universidad de las Artes de Cuba), un acto relevante por las cimientes que sentó para la formación de profesionales en las artes, las oportunidades abiertas a los nuevos alumnos y la configuración de una visión más abarcadora de la educación profesional.
El símbolo y la comunión de ideas, proyectos y actividades que permearon los salones de esa institución dieron como fruto generaciones de reconocidos artistas en un cometido que persistió en ampliar el alcance original desde la aprehensión del contenido para su propio desarrollo, no para contenerlo en perfiles de academia o encumbrar algunos tropos en el elitismo de la autoconciencia asimilada en exceso.
El camino ha sido largo, sin dudas. Los retos, sistémicos o no, han tenido en la enseñanza artística un enclave de reflexión y cambio, de diálogo y contraste, de contravenciones espirituales y discursos sentidos a través del pincel, las tablas, la danza o la música.
En todo ello, más allá del simbolismo, queda un mundo, un universo de sentidos y sentimientos único, irrepetible, del cual pueden dar testimonio quienes transitaron o están allí. Desde los fundadores, los renombrados profesores que engalanaron las facultades o los alumnos egresados de ese centro, en el ISA se establecieron las condiciones para ofrecer una alta calidad en la enseñanza artística: “uno de los procesos más logrados de la educación cubana por su elevado rigor técnico, grado de especialización y trascendencia en el desarrollo de la vida cultural del país”, al decir de Norma Gálvez, investigadora, Doctora en Ciencias Filosóficas y directora de la editorial En Vivo.
La gestión del talento, la promoción de la creatividad y el cuestionamiento de paradigmas continúan en las bases de la Universidad de las Artes. El reconocimiento de su historia, no obstante, permanece como un recordatorio de la altura a la cual se llegó y como certidumbre de las metas que se pueden alcanzar.