El pensamiento emancipador de Félix Varela

El pensamiento emancipador de Félix Varela
Félix Varela, aniversario 170 de su desaparición física

La figura de Félix Varela (1787 – 1853) representó para el pueblo cubano el faro orientador de muchos pensadores de su época, en la búsqueda de la identidad nacional.

Precisamente fue él quien desde 1816, siendo ya profesor de Filosofía en las aulas del Seminario habanero de San Lázaro, sentó las bases para las ideas de la liberación de la Patria, cambió la concepción sobre la sociedad, el pensamiento y las ciencias en Cuba.

Su labor intelectual docente y renovadora, de extraordinaria trascendencia, lo convirtió en el regenerador de la filosofía en Cuba y en gran parte de América. Desarrolló su magisterio en un marco liberal del criterio, que le causó no pocos enemigos.

El Padre Varela, como se le conocía popularmente, fue un erudito y un hombre de inteligencia excepcional. Les imprimió un nuevo sentido a las palabras verdad, Patria y sociedad, anticipándose a quienes, años más tarde, radicalizaron su lenguaje y sus ideales.

Habló con énfasis de la igualdad entre el negro y el blanco, como no volvería a escucharse en boca de un cubano hasta que lo hiciera José Martí, muchas décadas más tarde. Se refirió a la libertad del hombre, a la tiranía y a la igualdad frente a las leyes, con mucha naturalidad. Varela califica entre los más geniales visionarios y orientadores de la conciencia patria.

Fue un propugnador del concepto de que la separación de la metrópoli no tenía otro proceder que el levantamiento, y así conquistar y afianzar los ideales nacionalistas de patriotismo, autonomía, justicia, cultura y civilización. En sus ideas se integran también el independentismo con la abolición de la esclavitud, y el antianexionismo.

José Antonio Saco calificó sus aportes como «revolución en el pensamiento cubano», José de la Luz y Caballero lo llamó «nuestro verdadero civilizador» y José Martí lo definió como «patriota entero».

Su valiosa vida y sus aportes esenciales habrá que continuar estudiándolos para poder valorar en toda su dimensión su alcance. Ya añoso, débil, asmático, pobre y olvidado, murió en una humilde habitación aledaña a la parroquia de San Agustín de la Florida, en los Estados Unidos, el 25 de febrero de 1853, casi un mes después de haber nacido Martí, el más fiel continuador de sus ideas independentistas.

Resultaron vanos los esfuerzos realizados por algunos de sus ex discípulos que habían intentado su repatriación, al saberlo muy enfermo, con el fin de aliviar sus sinsabores al poder, al menos, regresar a su tierra natal antes de expirar.

Un exilio duro, aunque también lleno de actividad y fecundidad, había padecido el presbítero, obligado por causas políticas que estuvieron a punto de costarle la vida. Esto lo llevó a vivir muchos años lejos de Cuba, fundamentalmente en el país norteño, donde pereció y en el cual le había nacido su vocación religiosa siendo muy niño, de la mano de su abuelo.

Algunos enemigos de la Revolución, dentro y fuera de Cuba, han querido profanar la memoria del presbítero Félix Varela Morales con proyectos anexionistas para que Cuba vuelva a ser lo que fue antes, un protectorado de los yanquis. A esos, el propio Varela respondería: “Hay hombres infames para quienes las voces Patria y virtud nada significan”.

Cuba rinde honores a este «patriota entero», al decir de Martí, al de fulgurante lucidez e influyente acción revolucionaria apreciable en todos los tiempos, en ocasión de conmemorarse el aniversario 170 de su desaparición física.

Ana Rosa Perdomo Sangermés