Fernando Alonso, algunas impresiones

Cuando el 27 de julio del 2013, Fernando Alonso falleció, el ballet cubano perdió a una de sus figuras más representativas. El arraigo del arte danzario en Cuba tuvieron en su figura a una de los representantes más destacados y pródigos, desde el estudio del ballet y la construcción de una escuela cubana en esa disciplina, hasta el hecho de asumir las características e influencias de las escuelas foráneas y la materialización del Ballet Nacional de Cuba, junto a Alicia y Alberto.
El aporte más significativo de Fernando fue la innovación de un método pedagógico innovador que dio origen a la escuela cubana de ballet, comenta el periodista y crítico de arte Yuris Nórido. “Este enfoque integró elementos técnicos universales con las características anatómicas, culturales y rítmicas del bailarín cubano, permitiendo desarrollar intérpretes de extraordinario virtuosismo. La escuela se convirtió en un modelo de formación que ha sido replicado y admirado en múltiples países”.

En opinión del periodista y crítico de arte Pedro de la Hoz: “(…) al sacrificar la carrera de bailarín y postergar la creación coreográfica, optó por desarrollar las bases de un estilo que devendría escuela, mediante la asimilación dialéctica de las formas danzarías preminentes y la forja de una identidad singular, que con sus especificidades se expresa tanto en las compañías cubanas como en el ejercicio pedagógico de los que dentro y fuera de Cuba se han nutrido de esta experiencia”.
Para él, Alonso fue consiguiendo a partir de una articulación entre la observación, la formulación, la práctica, desde una plataforma y en la que la ciencia y el arte se equilibran con sustancial complementariedad. En esa conjugación, explica de la Hoz, la comprensión que tuvo de la técnica avanzó hasta la concepción de una estética del movimiento, a partir de un estudio de las características de la morfología humana, la psicología y las herencias culturales que se fundieron en la fragua de la identidad cubana.
“En realidad, Fernando Alonso es no solo un perfil mayor de la danza. El formaba parte de esa otra aristocracia, la del espíritu, que singulariza al cubano en su mejor aspecto. La suya era una cubanía fundadora, aportadora, sin arrogancia barata, sin exceso ni escándalo, generosa, como solía ser la de algunos de nuestros mayores. Debe ser ejemplo a los artistas cubanos de cualquier cardinal, más allá del género en que se expresen, en tiempos en los cuales la generosidad, la educación, la entrega sin dobles intereses resulta tan escasa”, afirma el dramaturgo, poeta y crítico de teatro Norge Espinosa, y añade:
“Me quedaría siempre con esa imagen de Fernando Alonso. Era un caballero de la danza, que daba lecciones con su sola presencia, con su sola manera de haber atravesado una vida que solo en apariencia llega ahora a su fin. En un año que va siendo demasiado cruel con la memoria de la cultura cubana, su pérdida es no solo un accidente físico”.

Según la primera bailarina Grettel Morejón en entrevista ofrecida a la investigadora Patricia Leyva:
“En esta vida hay personas que son luces. Uno puede tratar de reproducirlo y puedes hablar de ellos y mantener lo que hicieron a toda costa pero hay quien es luz. Fernando tenía algo especial, un amor por la danza totalmente genuino; él respiraba arte, una de las razones por las que sus clases y ensayos eran tan especiales era porque utilizaba varias manifestaciones del arte en función del ballet. Nos educaba con implementos para nuestra memoria muscular y afectiva, llevaba fotos, videos y pinturas para explicarnos mejor los movimientos. La razón principal por la que amo la pedagogía es por su legado, siento preferencia por el proceso creativo y los ensayos de las obras. Fernando creó maestros para que la enseñanza del ballet esté al mismo nivel de los reclamos que este cumple ante el arte y la sociedad, y yo me siento parte de esta hazaña”.
“Más allá de su labor como pedagogo, Fernando Alonso se destacó por su compromiso con la cultura nacional. Su visión trascendía el arte por el arte; concebía el ballet como un vehículo de transformación social. Bajo su liderazgo, el BNC [Ballet Nacional de Cuba] democratizó el acceso al ballet, llevándolo a comunidades rurales y ciudades de todo el país, rompiendo con la idea de que este arte era exclusivo de élites sociales”, comenta Yuris Nórido.
Circunscrito al universo de Cuba que lo vio nacer, Fernando Alonso trascendió la localía como los grandes. Sin hálitos de hidalguía hizo cuanto pudo por superar lo que estaba y preparar de la mejor forma posible a quienes aprehendían la danza.