Hubert de Blanck y la permanencia de Cuba

Hubert de Blanck y la permanencia de Cuba

Nacido en Utrech, Holanda, Hubert de Blanck tuvo una existencia ligada a los destinos de Cuba. En un período donde la causa independentista abrazada por él y por otros en el país había dejado pruebas evidentes de la resolución por lograr la emancipación del colonialismo español, el maestro, músico y compositor holandés apoyó abiertamente el empeño independentista, en una relación en la cual se manifestaron su amor por la tierra antillana y por la libertad.

Con una formación esmerada, fruto de las enseñanzas de su padre, el violinista Wilhelm de Blanck, así como por su paso por reconocidas escuelas como el Conservatorio de Lieja en Bélgica y el de Colonia, en Alemania, el joven De Blanck emprendió una gira por varias naciones europeas, que luego se complementaron con las funciones desarrolladas junto al violinista brasileño Eugene Dengremont. Hacia 1881 inició sus labores como maestro en el College of Music tras su presentación con la Orquesta Filarmónica de Nueva York.

Cuando en 1882 el compositor holandés Hubert de Blanck llega a Cuba con 27 años, todavía no se vislumbraba los sucedáneos logros que el ya destacado artista desarrollaría en la nación caribeña. Su arribo estuvo antecedido por las presentaciones referidas anteriormente que culminaron en Nueva York, ciudad en donde conoció a la cubana Ana García Menocal, su primera esposa, quien tuvo una influencia decisiva en su trayectoria.

Tras llegar a La Habana, se radicó definitivamente en ella un año después. En el prontuario excelso de su bregar en Cuba, de Blanck sentó un precedente distinguido al ensalzar la formación pedagógica de futuros pianistas. Ello tuvo un punto álgido con la inauguración de un conservatorio de música en la calle Prado el 1ro. de octubre de 1885. Tal centro facilitó el intercambio del público habanero con los estudiantes, la aprehensión de obras universales y el desarrollo de los primeros concursos de estudiantes de música.

“Aquel joven cosmopolita que llegó a Cuba con tan solo 27 años, portaba todo un arsenal creativo, resultado de sus estudios (…) y una nada despreciable carrera como concertista en Europa y Suramérica. Iniciaría, entonces, la conciliación consciente de estos referentes musicales -evidenciados en su repertorio activo como solista y músico cameral: Beethoven, Mendelssohn, Liszt, Chopin, Schumann, Rubinstein- con sus nuevos intereses e influencias en suelo cubano”, explica la investigadora Gabriela Rojas.

No obstante, Hubert también se vinculó a la causa independentista iniciada en 1868 y que por aquel entonces continuaba organizándose contra el colonialismo español en la isla. En ese sentido integró la Junta Revolucionaria de La Habana y recaudó fondos para la preparación de la guerra. Por tales razones fue apresado y, tras una intervención del embajador holandés, fue deportado hacia Estados Unidos, lugar en el cual se vincula a un grupo de artistas que recolectaban fondos para la causa independentista.

Por entonces compuso Paráfrasis, obra para piano inspirada en el himno nacional cubano. En su obra existen más de 35 piezas, las cuales abarcan formatos como la música de cámara, la música para piano, el violín y el teatro lírico.

Su Trío para violín, violonchelo y piano, por ejemplo, al decir de Gabriela Rojas: “(…) recoge, además, la única alusión explícita a la música popular cubana en el repertorio de este volumen. Olga de Blanck, hija del compositor, llegó a señalar el uso del ritmo del zapateo cubano en el Allegretto, como el primer antecedente nacionalista en el género producido en Cuba antes de 1890”.

Al finalizar la contienda del 95, De Blanck retornó a La Habana. Creó el Conservatorio Nacional de Música y hacia 1899 compuso la ópera Patria, primera ópera de temática independentista en Cuba, con libreto de Ramón Espinosa de los Monteros.

Hacia 1903 adoptó la nacionalidad cubana por sus méritos en la lucha independentista y sus contribuciones a la cultura cubana. Su impronta nos revela una identidad compartida, comprometida y consciente, capaz de superar la aspereza de la adversidad y la imprevisibilidad del futuro desde el buen hacer en el presente. En dicho compendio Cuba siempre tuvo un lugar privilegiado en el corazón de Hubert, quien falleció un día como hoy, del año 1932.

Lázaro Hernández Rey