Julia Pérez Montes de Oca: la resiliencia y creatividad de las mujeres cubanas

Distinguida por la serenidad de su lírica, matizada por el romanticismo y la búsqueda de la identidad nacional, Julia Pérez Montes de Oca emerge como una figura esencial de la literatura cubana del siglo XIX.
Su obra, impregnada de reflexiones sobre el amor, la libertad y los paisajes de su tierra, la consolida como una voz clave del movimiento romántico en Cuba.
Nacida el 11 de abril de 1839 en El Cobre, localidad ubicada en el oriente del archipiélago cubano, en la actual provincia de Santiago de Cuba, Julia enfrentó las limitaciones impuestas a las mujeres de su época. No obstante, su talento y perseverancia le permitieron sobresalir en un ámbito cultural dominado por figuras masculinas.
Tras trasladarse a La Habana, su ingenio captó la atención de intelectuales como Rafael María de Mendive, Nicolás Azcárate, a cuyas tertulias asistía, y de la propia Gertrudis Gómez de Avellaneda, quien la invitó a publicar en el Álbum cubano de lo bueno y lo bello (1860).
La poesía de Montes de Oca destaca por su riqueza sensorial y simbólica. Los paisajes cubanos, descritos con vívido detalle, se erigen tanto como refugio espiritual como en metáfora de sus luchas interiores. El desengaño amoroso y la emotividad se entrelazan en sus versos, ofreciendo una perspectiva auténtica de la experiencia femenina en el siglo XIX.
Aunque su obra no ha alcanzado la misma difusión que la de sus coetáneos masculinos, su contribución a la literatura cubana es incuestionable. Como una de las primeras poetisas de la nación caribeña, su legado representa un pilar en la consolidación de la poesía nacional, allanando el camino para las generaciones posteriores de escritoras.
En su etapa madura, afectada por una salud frágil y adversidades personales, buscó refugio en la finca El Jardín, ubicada en el cafetal Angerona (actual provincia de Artemisa). Allí falleció el 25 de septiembre de 1875, a causa de la tuberculosis que hacía ya algún tiempo la aquejaba.
Julia Pérez Montes de Oca encarna la resiliencia y la creatividad de las mujeres en la historia literaria cubana. Su obra, testimonio de una época y de un espíritu indomable, sigue invitando a redescubrir la voz de quienes ayudaron a definir la identidad cultural de una nación.