Manuel Mendive Hoyos y la equidistancia en las facetas de la identidad

Manuel Mendive Hoyos y la equidistancia en las facetas de la identidad
Foto: Prensa Latina

Con tan solo once años Manuel Mendive Hoyos ganó el premio de la Sociedad de Exaltación a la Madre por la Unesco, en la ciudad de Tokio. Un breve repaso por su trayectoria artística confirma el reconocimiento de su trabajo a nivel internacional. En ese plano y entre otros reconocimientos, Mendive ha sido acreedor del Premio Adam Montparnasse en el XXIV Salón de Mayo de París, el Premio Nacional de Artes Plásticas de Cuba (2001), la Orden Caballero de las Artes y las Letras del Ministerio de Cultura y Francofonía de Francia y la Orden Félix Varela del Consejo de Estado de Cuba.

El Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana, el Museo de Arte Moderno de Panamá, el Centro Atlántico de Arte Moderno de Las Palmas de Gran Canaria, The John F. Kennedy Center de Washington, el Museo George Pompidou de París y el Museo José Luis Cuevas, de México, son algunas de las instituciones que reúnen obras de este afamado artista.

En su impronta trasciende la significación de la religión (panteón yoruba) y la expresión de una identidad (desde las raíces africanas) que, afirmada en los recuerdos y el parangón existencial de un universo específico, logra trascender por sus propios méritos, al punto de situarlo como uno de los artistas más importantes del mayor archipiélago de las Antillas, y como uno de los más destacados sucesores de la estela de Wifredo Lam y Roberto Diago.

Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate

“Pilar mío es la religión yoruba, pilar mío es la fe, pilar mío es la mística, pilar mío es la verdad y pilar mío es, también, la bondad y la dulzura, e igual la angustia y la tierra y la vida”, afirmó en una ocasión, y destacó:

“La responsabilidad está en hacer una obra buena, una obra digna y valerosa para mí y para la gente que está en casa y la que está fuera de ella. No es una carga tener esa responsabilidad; por el contrario: es una alegría que todo el mundo sepa que uno no está por gusto. Está porque tiene que decir cosas, porque tiene que hacer”.

Fruto de esa realización la obra de Manuel transita por diferentes medios y métodos, ajena a las clasificaciones y con espacios expresivos y significativos en los cuales perviven diversos modos de hacer dentro del ámbito artístico para explorar los argumentos de la creación desde el ámbito de la religión yoruba. En dicho empeño Mendive asume, entre otros, el dibujo, la pintura, la carpintería, la escultura y el performance, los cuales integra con elementos musicales y danzarios.

Para el crítico de arte e investigador Pierre Restany: “El genio del artista radica en su milagrosa aptitud para crear; entre sus imágenes y nosotros, el vínculo de una convivencia visual, mezcla de presentimiento y de fascinación”. Manuel ha cumplido dicha función con sobrada suficiencia desde una expresión particular, esbozada en sus primeros trabajos, y luego consolidada a través de un recorrido fundacional que ensalza el papel de la cultura africana en la formación de la identidad cubana, allende estereotipos, ideologías y espacios temporales.

“Vengo de mí mismo y siempre me encuentro en lo más profundo de mí. Los elementos de la cultura afrocubana son la motivación y el aliento para hacer mi gran discurso, muerte, vida y todo está ahí, en ellos, el bien, el mal y los momentos más hermosos, para saber todo lo que existe en nosotros. Vivo con mis ancestros y mis dioses”, expresó.

En dicha convivencia hoy, 15 de diciembre, Manuel Mendive arriba a su aniversario 80. Nunca sobran los buenos deseos ni las congratulaciones, por cuanto hacen extensivo el reconocimiento del trabajo y la sensibilidad de un ser humano dedicado encontrar, desde el rencuentro con sus orígenes, las señas básicas de la humanidad en la multiplicidad de sus manifestaciones.

Lázaro Hernández Rey