Necesitamos del humor inteligente, culto y entretenido

Arraigado en las mayorías desde épocas inmemoriales, el humor forma parte de nuestras vidas. Para los cubanos y las cubanas la risa es salvadora cuando sufrimos ciertos avatares. Festivales, homenajes, eventos, entre otras celebraciones, privilegian ese antídoto contra el aburrimiento en diferentes épocas del año. No obstante, como expresión cultural y artística carece de una presencia sistemática en los medios de comunicación audiovisuales y en editoriales cubanas.
La preocupación ha sido motivo de intercambios en reuniones de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba. Intelectuales y artistas insisten en reclamar el disfrute de la comicidad inteligente, culta y entretenida en escenarios diversos. Aunque el tratamiento del humorismo en tanto instrumento crítico suele permanecer en la mira de la sociedad cubana. En ocasiones, faltan el ingenio, la elaboración estética al recrearlo en temáticas y enfoques mediante recursos centrados en el propósito de realizar obras atractivas.
Lectores y públicos diversos reconocen como un referente el programa Alegrías de sobremesa. Durante más de cinco décadas se transmitió por Radio Progreso. Su escritor, Alberto Luberta Noy, fallecido en 2017, sentó cátedra en el arte de hacer reír. ¿Cómo lo logró sin perder la brújula en el camino? ¿Tenía un método para ofrecernos visiones argumentadas sobre actitudes negativas en contextos sociales complejos?
Reflexionemos sobre el humor y encontramos oportunas referencias en el libro Alberto Luberta Noy, constructor de risas, del doctor en Ciencias Pedagógicas Pedro Hernández Herrera y el joven realizador Yohan Madrigal. El volumen de 85 páginas, publicado por la editorial Envivo, del Instituto Cubano de Radio y Televisión, incluye anécdotas, fragmentos de libretos, valoraciones, testimonios de actores, actrices, investigadores, periodistas, guionistas radiales, y otras personalidades.
Diferentes puntos de vista revelaron la raigal cubanía de Luberta. Él supo escuchar dicharachos, jocosidades del pueblo y acudió a la idiosincrasia popular en beneficio de la riqueza idiomática de sus personajes permeados de espiritualidad y simpatía.
Los nueve capítulos del texto y el epílogo devienen un viaje por la vida y la obra del creador de tipos emblemáticos: Rita, Paco, Estelvina, Sandalio, el bolao; Sarria, Alejito: una pléyade inolvidable de arquetipos diseñados a partir de la ética, la sencillez y los más acertados lenguajes coloquiales, formativos sin recargas didácticas.
Constan en el libro testimonios oportunos. En opinión del primer actor Mario Limonta (Sandalio, el bolao): “Yo siento el honor y el placer de haber trabajado con uno de los grandes humoristas que ha dado el país”. Por su parte, la desaparecida primera actriz Aurora Basnuevo (Estelvina) reconoció: “Alegrías de sobremesa es la felicidad, la alegría de vivir”.
Sin duda, el escritor Alberto Luberta Noy nunca perdió la brújula. Supo descubrir lo singular del pueblo cubano y lo recreó en su obra. Pensemos en esto.