Personas y personajes en la telenovela El derecho de soñar

Personas y personajes en la telenovela El derecho de soñar
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En las narraciones de códigos establecidos, como las telenovelas, lideran los reinos de las casualidades, los héroes y villanos, y los modelos éticos.

De ningún modo escapa a estos preceptos la puesta cubana El derecho de soñar, que transmite el Canal Cubavisión, lunes, miércoles y viernes, a las 8:45 p.m.

Volvemos a dicha propuesta para reflexionar en este segmento ¿Qué vemos? sobre personajes notables en las relaciones familiares de un relato dedicado a la radio cubana de ayer y de hoy.

Ellos influyen en el ámbito social, pues, precisamente, en él se expresan los conflictos de sentimientos y las reacciones afectivas ante el acontecer.

En tal sentido es un ejemplo el personaje de Pavel que interpreta el joven actor Frank Daniel. Su eticidad es un rasgo que coloca en la mira no solo temáticas sexuales y profesionales sino la defensa de la justicia y los valores de las personas, aunque estas duden, sufran o mientan.

Los obstáculos que vence sirven para sublimar la fuerza del empeño, la sinceridad de los sentimientos, y las cualidades morales de cada personaje con el que interactúa.

¿Quién no reflexiona sobre las intimidades recónditas de otros seres humanos? Sí, el secreto del otro, por lo general escondido o no revelado a simple vista, que suele despertar disímiles inquietudes.

Ocurre en la telenovela cubana El derecho de soñar donde el amor es tratado desde una matriz de amor-pasión, odio y deseo, comprensión y rechazo, ternura y fidelidad, que en algunos personajes conduce los cursos de las actuaciones y de la intriga.

Disímiles opiniones generan el tratamiento de dos discapacitados intelectuales, María Luisa y Pascual. ¿Nos satisfacen o no? ¿Está justificada su presencia en una narrativa plagada de conflictos, contextos, situaciones, urgencias? ¿Gustan o no gustan?

Les sugiero colocar en los diferentes intercambios una idea apenas abordada: todo proceso cognitivo implica a la duda. Si al iniciarse la telenovela no se entendía la presencia de ambos personajes-tipos, estos fueron implicándose en lo que se cuenta mediante una narratividad propositiva.

Y, por supuesto, surgen otras interrogantes: ¿tienen ellos el derecho de la maternidad y de la paternidad? ¿merecen respeto porque son seres humanos y lo manifiestan en sueños, pareceres, acciones, expresiones verbales y actitudes?

El amor y la bondad expresados en el actuar de Yaité Ruíz y Frank Andrés Mora al asumir roles difíciles, complejos, remiten al análisis de intérpretes destinados a construir histriónicamente la vida de personajes-tipos que existen en el mundo de hoy y merecen ser vistos, apreciados, escuchados.

La insistencia en el destaque de la acción subordinada –mal llamada subtrama- de ambos no siempre ha estado justificada, pero, razonemos: la dura realidad, la amalgama de incomodidades que nos sorprenden por doquier supera en dureza cualquier tipo de simplificaciones o de recetas sobre la proporción participativa de una escena en determinado capítulo.

Las dramaturgias planteadas por la actriz y el actor sobre sí mismos y sobre sus personajes dibujan una lógica que teje particulares relaciones con las palabras sin limitarse a ilustrarlas. Sin duda, es un bien necesario, en él emergen afinidades o conexiones profundas con la sociedad.

También se suscitan comentarios respecto a cómo es posible que después de tantos años un interesado regrese a pedir justicia por un crimen cometido y un robo injustificado.

Esta acción subordinada se justifica desde el punto de vista dramatúrgico, pues fue concebida en el género de la tragicomedia, propio del policíaco, donde se trabaja con lo comprobable y lo imposible.

El personaje que la lidera vence todos los obstáculos posibles para llegar a su meta. Así sucede en El derecho de soñar.

Al pensar y valorar el sentido de las construcciones actorales de María Luisa y Pascual analicemos la responsabilidad asumida por actores y personajes en la pantalla televisual donde ocurren hechos, situaciones, alegrías, sinsabores, pérdidas, igual que en la vida “real”.

Sahily Tabares Hernández

Dra. en Ciencias sobre Arte, periodista cultural y profesora‍ de la Universidad de La Habana.