Ramón Paz Borroto y la dimensión humana del héroe

Ramón Paz Borroto y la dimensión humana del héroe
Foto. EcuRed

Gran admiración y respeto sentía el Comandante en Jefe Fidel Castro por el destacado combatiente del Ejército Rebelde Ramón Paz Borroto, quien desempeñó un papel fundamental en los combates de la Sierra Maestra frente a la Ofensiva de Verano de la dictadura, y cuyo desenlace constituyó un viraje militar y político a favor de las fuerzas revolucionarias.

Sin dudas, este joven que no llegó a sobrepasar los 33 años de vida fue uno de los jefes más intrépidos y rigurosos de la lucha clandestina y de la lucha en la Sierra Maestra, con sobresalientes méritos.

Su caída en combate el 28 de julio de 1958, a escasos meses del triunfo revolucionario, se produce en el momento en que más descollaban sus excepcionales cualidades como guerrillero, revolucionario y ser humano, precisamente dos días después de que fuera ascendido a Comandante del Ejército Rebelde, grados ganados a fuerza de coraje, capacidad de mando y destreza táctica, mostrada en importantes y complejos combates. 

Como destacara el General de Ejército Raúl Castro Ruz, líder de la Revolución cubana, en el prólogo del libro Ramón Paz Borroto: en la forja de una proeza, “…en medio de aquella epopeya, entre los jefes a los que Fidel se dirigía y encargaba las acciones más complejas y riesgosas, estaba Ramón Paz Borroto con una disposición a toda prueba, quien sabía interpretar a cabalidad las ideas de las acciones del máximo jefe rebelde y cumplía con firmeza invariable las misiones recibidas. A fuerza de cualidades de dirección, disciplina y valentía supo ganarse la confianza del líder de la Revolución”.

Ramón había llegado a La Plata, en la Sierra Maestra, en noviembre de 1957, cuando ya era un destacado líder sindical y de la lucha clandestina en las minas de Charco Redondo, Jiguaní, en la actual provincia de Granma, de ahí sus estrechos vínculos con Frank País. Incluso, llegó hasta la tropa dirigida por Fidel, a la Columna 1 José Martí, portando una pistola que el propio Frank le había regalado.

Este joven revolucionario mostraba a cada paso una disposición y valentía a toda prueba. De ello dan fe los combates de La Caridad, El Naranjal, Purialón, Casa de Piedras y Providencia; este último, donde perdió la vida.

Antes, en su trayectoria destacaba su intento no logrado de incorporarse a la expedición de Cayo Confites, lo que refleja sus sentimientos internacionalistas y sus anhelos libertarios. Fidel lo conocía bien desde la clandestinidad, cuando ya integraba el Movimiento 26 de Julio.

No obstante, sus responsabilidades como fiel soldado y jefe en las filas revolucionarias del llano y las montañas, muchos lo conocieron como un joven inquieto, divertido y enamorado, un padre muy cariñoso, además de ser muy autocrítico y con vergüenza ante el error, un jefe recto pero a la vez muy humano en el trato con sus subordinados, y también con los prisioneros adversarios.

En ocasión de recordar el aniversario 65 de su muerte en combate, las nuevas generaciones de cubanos deberían estudiar más sobre la vida y obra de aquellos jóvenes, como el comandante Ramón Paz Borroto, que legó para la posteridad un impresionante ejemplo de profunda convicción y fidelidad a la causa revolucionaria y a sus dirigentes.

Ana Rosa Perdomo Sangermés