Rubén Batista Rubio, la Patria se inclina ante su memoria

Rubén Batista Rubio, la Patria se inclina ante su memoria
Foto: Internet

Comenzaba el año 1953 y solo faltaban unos días para celebrar el centenario del natalicio de José Martí. El 10 de enero se cumplirían 24 años del asesinato de Julio Antonio Mella en México y la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) acordó colocar un busto del líder antimperialista, que provisionalmente sería de yeso, en la explanada frente a la histórica escalinata de la Universidad de La Habana.

Transcurridos apenas cinco días, el 15 de enero, esbirros del régimen de Fulgencio Batista disolvieron a tiros y chorros de agua una manifestación estudiantil que protestaba por la profanación del busto. Desde horas tempranas los jóvenes estudiantes universitarios inundaron las calles cercanas al recinto docente para expresar su repudio a la despreciable acción del régimen. Y desde esos momentos caerían los primeros heridos.

A las cinco de la tarde, convocada por la FEU, partió desde la Universidad la marcha hasta el mausoleo de La Punta, erigido en el lugar donde fueron fusilados los ocho estudiantes de Medicina aquel 27 de noviembre de 1871.

La marcha se realizó bajo el constante hostigamiento policial en la medida en que avanzaba, pretendiendo frenar la demostración de ira del estudiantado. A la altura de la intersección de las calles San Lázaro y Prado, en uno de los choques sostenidos entre ambas fuerzas, se alojó en el vientre del joven Rubén Batista Rubio el plomo asesino.

Foto: Wilfredo Torres

En los días posteriores y durante casi un mes, Rubén se debatió entre la vida y la muerte. Fue atendido por los médicos de la Clínica del Estudiante en el Hospital Calixto García, quienes vaticinaron la proximidad de su muerte ante su delicado estado de salud; una lamentable pérdida.

La Universidad funcionaba con irregularidad. Toda la nación seguía ansiosamente los partes médicos que, de forma periódica, informaban sobre el herido. Fue el 13 de febrero, en horas de la mañana, que la muerte ganaba la batalla y Rubén se convertía en el primer mártir estudiantil en la lucha contra el régimen batistiano. El velorio se efectuó en el Aula Magna de la Universidad de La Habana y se le rindió sentido homenaje, con  una guardia de honor de sus compañeros de estudios y dirigentes de la FEU.

Foto: Wilfredo Torres

Cerca de veinte mil personas acompañaron el cadáver de Rubén Batista hasta la necrópolis de Colón en una impresionante manifestación de duelo popular. “La sangre de los buenos no se derrama en vano”, proclamaba una tela que encabezaba el cortejo, portada por un grupo de muchachas vestidas de negro.

Ante aquella multitud, el dirigente de la FEU Álvaro Barba exclamó: “!Amigo Rubén! ¡Compañero Rubén! ¡Hermano Rubén!: tu muerte no ha de ser en vano. Seguramente la próxima vez que volvamos a este lugar podremos decir que se ha hecho justicia y que la patria se inclina a tu memoria, y lágrimas corren por las mejillas del pueblo porque tú has sido un patriota”.

Rubén Batista al morir tenía apenas 21 años de edad y cursaba la carrera de Arquitectura en ese centro de altos estudios. Había  nacido en Guantánamo y sufría enormes privaciones para poder subsistir y costear sus estudios en una sociedad donde el acceso a la enseñanza no era patrimonio de todos.

Transcurrirían casi seis años y miles de cubanos unirían sus nombres al del mártir universitario para que el pueblo pudiera ofrecer entonces el hermoso y libre homenaje a Rubén.

Ana Rosa Perdomo Sangermés