Tata Güines y el eco de las tumbadoras

Federico Arístides Soto Alejo (Tata Güines) marcó una pauta en la historia de los percusionistas cubanos. Su técnica, influencias y contribuciones influyeron no solo a su generación en una carrera artística de seis décadas, sino también la ubicua representación de ese arte en la posteridad, en la cual Tata no solo constituye un referente, sino una figura indispensable y necesaria para entender el pasado de esa representación de cara al futuro.
Muchos, y con razón, lo retratan como uno de los percusionistas más finos, originales y queridos de la historia cubana, poseedor de una interpretación vibrante que lo convirtió en una celebridad para los seguidores del jazz y la música en general.
Leo Brouwer en una ocasión destacó cómo, auxiliado con las uñas, dedos y manos, Tata construía una orquesta de timbre que sobrepasa el papel esquemático de la percusión y el ritmo. En ese rol se integra una representación de llamado y respuesta, un diálogo hasta entonces nunca antes abordado, en el que el sonido sobrepasaba la permutación clásica y formaba una composición improvisaba con el conjunto y sin desentonar.
“Algunos preguntan cómo apoyar las manos en los cueros para sacar mi sonido. Hay quienes levantan las manos muy alto. Son efectistas, al lanzar el golpe desde arriba. Se fajan con la tumbadora. Es un error. Por eso, trabajo pegado al parche. De lo contrario, se pierde velocidad y uno se cansa a la mitad del número. Sobre los cueros toco limpio, fuerte, y mantengo la estabilidad”, afirmó nuestro Rey de la Tumbadora en una charla sobre su técnica.
Su arte interpretativo, no obstante, no solo era función y acto. Cada representación destilaba un grado soberbio de maestría, atemperado al gusto y sabidurías que solo la experiencia puede ofrecer. Con él, se puede decir, la tumbadora tuvo su propio prestigio en un conjunto, donde los timbres sobre el cuero nacían al calor de un formato rítmico.
“Para aprender de él hay que estudiarlo y escucharlo como parte de nuestra formación personal e individual, y así aprovechar en mayor medida a uno de los más grandes intérpretes que modernizó la tumbadora”, comentó el percusionista Yaroldy Abreu.
En este aniversario de su nacimiento, la impronta de Tata Güines nos recuerda una vez más la permeabilidad de la creación artística para sobrepasar los estándares y elevar el techo de lo que se creía posible hacer.