Vencedores en cualquier circunstancia
La decisión de triunfar y superar con éxito los obstáculos, problemas y dificultades es algo congénito en los cubanos de todos los tiempos. Lo mismo tenemos disposición y valentía para enfrentar y vencer las agresiones militares, que las que durante décadas hemos afrontado en el plano ideológico y de limitaciones económicas.
En fecha tan temprana para la Revolución como el 7 de junio de 1960, su máximo líder el Comandante en Jefe Fidel Castro asistió con mucho entusiasmo al Primer Congreso Revolucionario de la Federación Nacional de Trabajadores de Barberías y Peluquerías, efectuado en el teatro de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), en la capital.
Era la segunda ocasión en que se reunía con los destacados representantes de ese sector (y del comercio); la vez anterior ocurrió en el teatro Blanquita (hoy teatro Carlos Marx) y les orientó tareas impostergables, destacando la importancia que tenían para la Revolución, por el trato directo con el público.
Ante cientos de dirigentes sindicales, esta vez la Patria vivió uno de sus momentos más trascendentes, antecedido de aquel en por sus propias palabras lanzara la inolvidable disyuntiva de ¡Patria o Muerte!, durante el sepelio de las víctimas del criminal sabotaje al vapor francés La Coubre, apenas tres meses antes.
Muchos fueron entonces sus argumentos, porque aquella alternativa de ¡Patria o Muerte! estaba incompleta y la convicción profunda de que ¡Venceremos! sería su inseparable complemento.
“¡Esta trinchera se mantendrá firme e invencible! -expresó entonces Fidel- porque los que estamos en ella, los que tenemos el privilegio de estar en esa trinchera, no la perderemos; los que tenemos el privilegio de jugar este rol que Cuba está jugando en la historia de este continente sabremos estar a la altura de las circunstancias, con la seguridad de que venceremos, vencerá nuestro pueblo. ¡Cueste lo que cueste, vencerá nuestro pueblo! Porque sus hijos están decididos a defenderlo, porque sus hijos tienen el valor, el patriotismo y la unión que en una hora como esta se necesita…”
Este fue, sin dudas, un memorable discurso que merece ser ampliamente divulgado por su fuerza y firmeza, por la convicción profunda de seguir adelante, pese a las amenazas y todos los obstáculos, pero sobre todo por el reconocimiento al valor y la disposición resuelta de los cubanos para vencer: “… se han encontrado un pueblo digno, un pueblo entero, un pueblo firme que, aunque pequeño, ha tenido toda la entereza necesaria para erguirse en defensa de sus derechos más sagrados,y no nos dejarán en paz..” ¡Cuánta vigencia hay en sus palabras!
En sus consideraciones reforzaba la idea de que un contrarrevolucionario no tiene ningún derecho a hacerle críticas a la Revolución, porque la quiere destruir, lo cual ha quedado demostrado en más de seis décadas del proceso revolucionario, de ahí la necesidad de que constantemente esté defendido por todas las vías.
Momento especial de su intervención de clausura del Congreso fue el que recogió sus certezas: “¡Esta generación no será la generación que se deje arrebatar de su mano las banderas triunfantes! ¡Esta generación no será una generación que entregue a la ambición extranjera la posesión de su tierra y de su soberanía!… Esta generación se siente orgullosa del rol que está desempeñando; está consciente de su gran destino y de su gloria; esta generación está dispuesta a hacer los sacrificios que sean necesarios, porque si creen que se trata de un pueblo blando, que se asuste ante los primeros obstáculos, ¡se han equivocado!”
Desde entonces y para siempre, frente al mismo enemigo y sus aliados internos y externos, en estos 63 años de luchas revolucionarias ha estado presente de manera irrevocable la convicción de Patria o Muerte, ¡Venceremos! y esa ha sido la consigna que moviliza a cada minuto los profundos sentimientos patrióticos y antimperialistas del pueblo cubano.