Ana Betancourt, precursora en la emancipación de la mujer 

Ana Betancourt, precursora en la emancipación de la mujer 

Guáimaro era toda efervescencia revolucionaria desde el 10 de abril de 1869, con el nacimiento de la primera Constitución de Cuba y desde que una sencilla mujer, conocida como Ana Betancourt (Ana María de la Soledad Betancourt Agramonte), alzara por esos días su voz firme por la libertad y exclamara: “Ciudadanos: la mujer, en el rincón oscuro y tranquilo del hogar, esperaba paciente y resignada esta hora hermosa en que una revolución nueva rompe su yugo y le desata las alas”.

Y con genuino orgullo brotó de su garganta un anhelo contenido por mucho tiempo: “! ¡Llegó el momento de liberar a la mujer!”. Allí estaba presente el recién electo presidente de la República en Armas, Carlos Manuel de Céspedes, quien, en medio de las aclamaciones de la multitud, se acercó a la gran patriota camagüeyana, la abrazó y valoró que cuando se escribiera sobre ese día decisivo en la vida política de la nación, habría que destacar cómo ella, adelantándose a su tiempo, pidió la emancipación de la mujer.

Ana Betancourt ya era conocida desde el inicio de la gesta emancipadora; se ocupaba de la propaganda insurrecta, fungía como enlace entre la ciudad y el campo, ocultaba armas, daba albergue a los emisarios de los mambises, escribía proclamas…

Con su actuar, dejaba atrás posición social y dinero, donde brilló en los salones más elegantes de su sociedad, para adentrarse en la manigua insurrecta con solo 35 años de edad en esa marcha al encuentro de su verdadero destino, convirtiéndose luego, en una fugitiva de las autoridades coloniales, compartiendo los riesgos y rigores de la vida del combatiente. Era la pionera del movimiento feminista continental y, a la vez, consolidaba la nacionalidad cubana.

En el campo insurrecto permaneció por dos años y colaboró en la redacción del periódico El Mambí. Después vendrían las persecuciones, su traslado a La Habana, la deportación a México, su vagar por Jamaica, El Salvador y España, pero nada la hizo flaquear. Supo resistir con estoicismo y firmeza los avatares de la guerra, la prisión y el destierro.

El propio periódico Patria, fundado por José Martí, le reconocía que vibraba en ella “el mismo enardecedor patriotismo que hizo que sus palabras brotasen de sus labios de espartana aquel día memorable de Guáimaro (…) en sus epístolas nos parece ver toda la entereza de la mujer camagüeyana”.

De esta excepcional mujer emancipadora, fiel a sus ideas hasta su último aliento, habrá que hablar siempre en presente, porque sintetiza en su legado un extraordinario símbolo de patriota consecuente, fidelidad sin límites y firmeza de ideales, capaz de poner los intereses colectivos, los de su querida Patria, por encima del bienestar individual.

Ana Rosa Perdomo Sangermés