Armando García Menocal: versatilidad y cubanía

Armando García Menocal: versatilidad y cubanía
Muerte de Maceo Foto: obra de Armando García Menocal. /Tomada del Periódico Granma.

Desde la quietud de los retratos pintados en los palacetes habaneros hasta las épicas escenas del campo de batalla, la vasta obra de Armando García Menocal contiene algunos de los mejores ejemplos con sello cubano de ambas facetas, pasando por una sublime paisajística.

Descendiente de una reconocida familia, nació el 8 de julio de 1863, hace hoy 160 años. Es uno de los principales exponentes de la plástica cubana de finales del siglo XIX e inicios del XX. Estudió en la Academia Nacional de Bellas Artes San Alejandro, donde matriculó en 1876, para luego continuar sus estudios en la Escuela de San Fernando, en Madrid.

Muy pronto se sintió identificado con los ideales independentistas que impulsaban las luchas cubanas, en pleno apogeo durante sus años de juventud. Estas inquietudes lo llevaron a comprometerse por completo con la causa revolucionaria, por lo que se unió a la lucha armada durante la Guerra Necesaria.

De esta etapa de su vida, donde no pocas veces peleó bajo las órdenes del Generalísimo, surgió la inspiración para obras como Máximo Gómez en campaña, Caballería mambisa, Carga al machete o Muerte de Maceo, esta última, una de sus piezas más reconocidas, sentido homenaje del pintor al Titán de Bronce. Destaca también su representación de La batalla de Coliseo, enfrentamiento en el que él mismo participara.

Al terminar la guerra regresa a San Alejandro, ahora como profesor, y se convertiría en director de la academia en 1927. Fue en estos años que realizó obras monumentales, como los paneles del Aula Magna de la Universidad de La Habana o el techo del Salón de los Espejos del Palacio Presidencial, hoy Museo de la Revolución.

Una de sus obras más conocidas es Embarque de Colón por Bobadilla, pieza que capta la atención de cada visitante del Museo Nacional de Bellas Artes por sus imponentes dimensiones, más de tres metros de alto por cuatro de ancho, y su excepcional ejecución. La pintura formó parte de la Exposición Internacional de Chicago en 1893.

Entre la amplia colección con que cuenta el Museo, que incluye hermosas piezas que reflejan los más variados paisajes cubanos, hay un retrato que llama la atención por la sensación de calma que produce al visitante, tan diferente a la agitación de los campos donde se cargaba al machete. Se trata de Retrato de Lily Hidalgo, de 1893, donde pareciera que hemos interrumpido a la pequeña Lily en su breve pausa entre juegos, y nos observa desde el lienzo con toda la inocencia y la paz de su infancia.

Fuente: Granma

Redacción Radio Enciclopedia