Comités de Defensa de la Revolución, símbolos de un pueblo

Los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) han sido la Patria y parte esencial de ese grito de ¡Patria o Muerte! que acompaña a los cubanos.
Dentro de la amplia obra de Fidel Castro, nuestro Comandante en Jefe, una de las más importantes tareas para el desarrollo de la revolución cubana ha sido la creación de los CDR, aplicando el principio de la solución de masas a los problemas, por muy complejos y difíciles que puedan ser.
Y surgieron en un momento especial del proceso triunfante, agredido desde dentro con el apoyo logístico y financiero de afuera, situando bombas y otros explosivos para atacar y matar al pueblo combatiente por la vía de las armas. Por eso su principal objetivo siempre ha sido la defensa del derecho a la existencia de un pueblo en revolución, y la transformación desde sus raíces.
Aquella fórmula original de organización de las masas, nacida hace 64 años el 28 de septiembre de 1960, desató un verdadero torrente de energía popular, que no se dedicó solo al cumplimiento de la tarea primera e histórica que le fue encomendada: la vigilancia revolucionaria, sino que fue adquiriendo, año tras año, nuevas y mayores responsabilidades en muy diversas tareas de la edificación socialista.

Encarnaban el principio de que solo con las masas, con su conciencia, con su entusiasmo y pasión creadora pueden enfrentarse con éxito las colosales y complejas tareas, que desde aquel momento tendría por delante la Revolución en todos los órdenes.
Observando a grandes rasgos, muchas han sido sus acciones en la trayectoria de su existencia, además de las ya mencionadas: el apoyo a la educación en múltiples frentes, la participación en tareas de la economía, desde las zafras hasta la producción de alimentos, el ahorro de energía eléctrica y la recuperación de materias primas, la dedicación a tareas de hondo contenido social y humano como las donaciones de sangre, las campañas de vacunación y para evitar enfermedades, la prevención social, el valioso trabajo del frente CDR – FAR, la emulación como palanca impulsora del trabajo de la Organización, entre otras tareas.
Han pasado casi seis décadas y media, y la misión de defender la revolución continúa muy presente, aunque se haya cumplido en todo ese tiempo hasta hoy, porque los enemigos siguen atacando, utilizando nuevos métodos y recursos, y otros muchos más viejos que la propia Revolución.
El escenario de combate hoy es mucho más amplio, porque la embestida es ideológica, política, económica, diplomática, psicológica, cultural en toda su acepción, comercial; no hay área de actividad humana donde no existan intenciones y acciones enemigas, dirigidas a tratar de destruir el proceso revolucionario en el país por cualquier vía.

En Cuba existen variadas organizaciones, pero como los CDR, con sus objetivos y misiones, ninguna. Fidel siempre defendió la organización y la apoyó, porque algunas visiones críticas e intenciones de cambios, siendo supuestamente justas, en el fondo le hacen juego al enemigo por debilitar con ello un poderoso sistema defensivo de la Revolución.
El valor esencial de los CDR está en su propia existencia, en sus capacidades para adecuarse a las circunstancias de cada momento histórico en defensa de la Revolución, la Patria y el Socialismo en todos los terrenos.
La política de cuadros en los CDR es vital, como en cualquier otra actividad. Requiere cubrir las plazas de dirigentes profesionales a niveles intermedios y superiores, ocuparnos de que se pueda vivir con los salarios que se paguen, la formación cultural, política, ideológica, técnica, condiciones de vida y trabajo. Se hace necesario actualizar y completar estructuras, desde la base a la nación. Pero no se debe olvidar que la labor de dirección de los CDR en la base, en zonas y organizaciones de base, es totalmente voluntaria y gratuita, nadie cobra por hacerlo, y hay que trabajar más con las motivaciones y capacidades movilizativas, pero sobre todo en la atención a esos dirigentes de base y a los cederistas en general.
Los Comités de Defensa de la Revolución pueden mostrar hoy con legítimo orgullo que no ha habido una sola misión fijada por Fidel y la dirección revolucionaria que no se haya cumplido, con más disciplina y capacidad movilizativa a todo lo largo y ancho del país. ¡Felicidades en su aniversario 64!