De la danza, de la postmodernidad y de un apocalipsis (I parte)

De la danza, de la postmodernidad y de un apocalipsis (I parte)
Suite yoruba.

En junio de 1959 estaban paralizados los trabajos que terminarían la construcción del Teatro Nacional de Cuba, no obstante, designan como directora a la joven filósofa Isabel Monal.

En septiembre de ese mismo año, con Ramiro Guerra al frente, fue constituido el Departamento de Danza Moderna de la institución, que hoy es la compañía Danza Contemporánea de Cuba. Impresiona la osadía y la visión de aquellos jóvenes dispuestos a enfrentarse contra convencionalismos y prejuicios.

Tan solo un año después, el 24 de junio de 1960, se estrenaba Suite yoruba, obra que marca la primera etapa creativa del Maestro en la compañía nacional. La última etapa está representada por Impromptu galante, ya que Decálogo del apocalipsis, el 15 de abril de 1971, no se llegó a estrenar y es la obra que redondea todos los presupuestos de la postmodernidad.

Suite yoruba ha sido una de las obras más versionadas de Ramiro. Se caracteriza por una fuerte narratividad que acentúa lo espectacular presente en nuestras religiones de origen africano. Con el nombre Historia de un ballet, el reconocido cineasta José Massip realizó un documental en el año 1962 basado en ese espectáculo. Desde su estreno en 1960, e incluso después del audiovisual, Suite yoruba fue creciendo con el tiempo. Es una obra de repertorio que estuvo en los programas de las giras internacionales de la compañía y ha sido montada sucesivamente para los estudiantes de la Escuela Nacional de Danza Moderna y Folclórica.

Pero si Suite Yoruba fue creciendo, en madurez discursiva, a medida que transcurría el tiempo, con Decálogo el Apocalipsis ocurrió todo lo contrario porque ni siquiera fue validado con su estreno. A pesar de eso, o quizá por eso mismo, ha pasado a ser referente del enfrentamiento entre el poder y la vanguardia artística. Fue un daño sin posibilidades de reparación, tanto para el artista como para la escena cubana. Sobre todo, ha crecido la leyenda, el mito alrededor de una obra objetivamente imposible de realizar en esta época, entre otras razones, por su exuberante producción. Pero que, en aquel entonces, podría haber inaugurado un momento nuevo en la historia de la danza cubana y universal.

En su libro Coordenadas danzarias, el maestro Ramiro Guerra nos dice:

“…Para adentrarnos en el sistema dramatúrgico y la funcionalidad de Decálogo del apocalipsis, será necesario, ante todo, establecer la ubicación de la obra dentro de un género que en el momento de su surgimiento no poseía aún denominación, ni tampoco una total especificación genérica. Tal es el género de danza-teatro asimilado en la actualidad, pero sin perfiles definitorios aún en los años 60…”

Y es que la obra no se estrenó por la manera irreverente que abordaba los tumultuosos años sesenta. De esos años, de la danza-teatro y, desde luego, de Decálogo del apocalipsis, hablaremos en próximos trabajos.

Vladimir Peraza Daumont

Teatrólogo. Asesor del Departamento de Desarrollo Artístico del Consejo Nacional de las Artes Escénicas de Cuba y su representante en la Plataforma Iberoamericana de Danza. Es miembro de la Sección de Crítica e Investigaciones Escénicas de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba. Habitualmente publica ensayos y artículos de crítica especializada en diversos medios y soportes. Columnista de la Revista Cultural La Jiribilla.