Día Mundial del Teatro. Un mensaje de amor y paz

Día Mundial del Teatro. Un mensaje de amor y paz

En 1961 el Instituto Internacional del Teatro (ITT) decidió instaurar el 27 de marzo como Día Mundial del Teatro. La propuesta, esgrimida en la UNESCO fue aceptada y desde entonces la jornada ha permanecido como una oportunidad para reflexionar sobre el arte teatral desde la concientización de las propuestas de ese arte y como una forma de promover una cultura de paz a nivel internacional.

La fecha coincidió con el inicio por entonces de la temporada en el Teatro de las Naciones en París, el cual abogaba por el logro de una comunión tras el fin de la Segunda Guerra Mundial en el contexto de la reconstrucción europea.

Algunos de los elementos recurrentes en la jornada están vinculados con la promoción de las artes escénicas y sus diferentes manifestaciones, la divulgación de las propuestas de las comunidades teatrales y la difusión del arte dramático para estimular el entendimiento y la paz mundial.

Un año más tarde de acordada la celebración, el 27 de marzo de 1962, se celebró por primera vez el Día Mundial del Teatro en el evento citado con anterioridad en Francia. Junto a las actividades que forman parte de la celebración, por aquel entonces también se inauguró la tradición del Mensaje Internacional en ocasión de la fecha.

El dramaturgo, cineasta y poeta francés, Jean Cocteau, fue el responsable de ese primer comunicado. “La verdadera admiración nos surge por el encuentro de ideas comunes. La verdadera admiración reside en compartir ideas que no son nuestras, hasta el punto de hacernos a la idea de que podemos ser sus autores”, expresó en aquel momento.

Quien viera en la conmemoración el acontecimiento de los nexos entre lo singular y lo plural, lo objetivo y lo subjetivo, lo consciente y lo inconsciente, compartió con estas palabras la significación del teatro como un medio de expresión: “Es pues, en suma, una forma de amor, ya que, en el amor los antagonismos celebran su casamiento. El papel del teatro viene a ser, precisamente, un ejemplo de esa ósmosis y el gran intérprete es ese artista que da la impresión de estar improvisando, inventando el texto: improvisando e inventando algo distinto para cada uno”.

Numerosos representantes de las letras y las artes escénicas han tenido bajo su responsabilidad la promulgación del mensaje anual cada 27 de marzo. Artur Miller, Maurice Bejart, Miguel Ángel Asturias, Luchino Visconti, Eugène Ionesco, Peter Brook, Pablo Neruda, Isabel Huppert y Darío Fo san algunas de las figuras que han prestigiado tal ocasión con sendos mensajes de entendimiento y amor desde la apreciación del teatro como una herramienta del ser humano para reflexionar y explorar conceptos.

Como manifestó Neruda: “Me atrevo, sin embargo, a pensar en lo que compartiremos todos: un teatro simple, pero no simplista, crítico pero no inhumano, un teatro sin limitaciones que avance como un río de los Andes, imponiendo sus propios límites”.

En el 2019 el mensaje le correspondió por primera vez a un cubano, al dramaturgo, director de teatro y profesor Carlos Celdrán, quien reflexionó de este modo sobre la trascendencia del arte escénico:

“Cuando entendí que el teatro era un país en sí mismo, un gran territorio que abarca el mundo entero, nació en mí una decisión que también es una libertad: no tienes que alejarte ni moverte de donde te encuentras, no tienes que correr ni desplazarte. Allí donde existes está el público. Allí están los compañeros que necesitas a tu lado. Allá, fuera de tu casa, tienes toda la realidad diaria, opaca e impenetrable. Trabajas entonces desde esa inmovilidad aparente para construir el mayor de los viajes, para repetir la Odisea, el viaje de los argonautas: eres un viajero inmóvil que no para de acelerar la densidad y la rigidez de tu mundo real. Tu viaje es hacia el instante, hacia el momento, hacia el encuentro irrepetible frente a tus semejantes. Tu viaje es hacia ellos, hacia su corazón, hacia su subjetividad. Viajas por dentro de ellos, de sus emociones, de sus recuerdos que despiertas y movilizas. Tu viaje es vertiginoso y nadie puede medirlo ni callarlo. Tampoco nadie lo podrá reconocer en su justa medida, es un viaje a través del imaginario de tu gente, una semilla que se siembra en la más remota de las tierras: la conciencia cívica, ética y humana de tus espectadores. Por ello, no me muevo, continúo en mi casa, entre mis allegados, en aparente quietud, trabajando día y noche, porque tengo el secreto de la velocidad”.

La actriz egipcia Samiha Ayoub fue la encargada de tal distinción en el 2023. Para ella los dramaturgos deben estar en la vanguardia de la confrontación contra todo lo que es feo, sangriento e inhumano desde la asunción de todo lo que es bello, puro y humano para difundir la vida y construir un solo mundo y una sola humanidad. “Lo que hacemos en el mundo del teatro como dramaturgos, directores, actores, escenógrafos, poetas, músicos, coreógrafos y técnicos, todos nosotros sin excepción, es un acto de creación de vida que no existía antes de que subiéramos al escenario. Esta vida merece una mano cariñosa que la sostenga, un pecho que la abrace, un corazón bondadoso que simpatice con ella y una mente sobria que le proporcione las razones que necesita para continuar y sobrevivir”.

La edición del mensaje de este año correspondió al dramaturgo noruego Jon Fosse, ganador del Premio Nobel de Literatura 2023. Él, como muchos de sus antecesores, enfatizó la importancia del arte para la promoción de la paz.

“El arte, el buen arte, consigue a su manera y de forma fabulosa reunir lo absolutamente único con lo universal (…) Al hacerlo, el arte trasciende las fronteras de los lenguajes y los límites geográficos. Reúne, no solo las cualidades individuales, sino también las características de un grupo de personas, por ejemplo, las naciones.

“(…) todo buen arte, en el fondo, gira en torno a lo mismo: tomar lo singular y específico para hacerlo universal. Articula en su expresión artística aquello único con lo universal: no eliminando lo singular, sino enfatizándolo; dejando que lo extraño y lo desconocido brillen claramente.

“Es tan simple como que la guerra y el arte son opuestos, que la guerra y la paz son opuestos. El arte es paz”.

Lázaro Hernández Rey