Isabel Rubio, patriota entera

Isabel Rubio, patriota entera
Foto tomada de Internet

Las tropas insurrectas al mando del general Antonio Maceo y Grajales llegaron el 20 de enero de 1896 a Guane, como uno de los últimos puntos de la Invasión mambisa de Oriente a Occidente, que había comenzado tres meses antes en Baraguá.

En esa región pinareña Maceo se entrevistó con la destacada patriota Isabel Rubio, quien durante muchos años había realizado infatigables actividades conspirativas en favor de la revolución y propagado la necesidad de la unidad para llevar a término la obra libertadora.

Su casa en Paso Real de Guane fue el primer centro revolucionario de Vuelta Abajo. Con absoluto desprecio al peligro, llevó su prédica revolucionaria a toda la provincia de Pinar de Río y contribuyó a elevar allí el entusiasmo y fervor patriótico.

Foto tomada de Internet

Su familia era una de las más ricas de la provincia, de ahí que pudiera cursar estudios superiores. Al igual que Isabel, su hermano, el doctor Enrique Rubio fue un activo conspirador en la guerra de 1868.

Desde 1880 la destacada patriota se había entregado de lleno a propagandizar las ideas revolucionarias. Viajó a la capital cubana y a Estados Unidos, logrando contactar allí con José Martí y otros patriotas, a partir de lo cual tomó en sus manos la tarea de recabar apoyo a los planes independentistas de su suelo natal. Se convirtió además en un eficaz enlace entre Cuba y los líderes del exilio.

La valiosa actividad desplegada por Isabel y los patriotas de ese territorio tuvo que ser reconocida por el general en jefe del ejército español, Arsenio Martínez Campos, quien al cesar su mando escribía acerca de Pinar del Río, donde ya operaba Maceo: “…ha desaparecido de casi todo su territorio hasta el menor vestigio de dominación española”.

Isabel se entregó a la Revolución de manera incondicional. Cuando expresó su decisión de marchar a la manigua, familiares y allegados trataron de persuadirla para que trabajase en la emigración, ya que la vida en campaña le sería en extremo azarosa. Ella, sin embargo, respondió, enérgica y firme, que necesitaba practicar lo que había predicado.

En efecto, poco después de que su hijo Modesto fuera nombrado médico personal de Maceo, Isabel -en cumplimiento de una orden del Titán de Bronce- organizaba y abastecía un hospital ambulante en el cual, con la colaboración de otras pinareñas, brindaba asistencia a los mambises heridos en combate.

Durante dos años el hospital se desplazó por bosques, montañas y regiones cenagosas, cumpliendo cabalmente el fin para el cual fue creado. Ya tenía 60 años cumplidos, pero su voluntad continuaba intacta. Entre los patriotas cubanos, seguía siendo la recia mujer que lideró el movimiento conspirativo en Occidente, y que a pesar de su edad, se negó a marchar al exilio, para permanecer en la manigua, curando a los mambises.

Foto: Tomada de Internet

El 12 de febrero de 1898, ubicado el hospital en El Seborucal, cerca de Los Palacios, el cuerpo de “voluntarios” de San Diego, reforzado por la compañía del ejército regular español, irrumpió en el lugar. Dando nuevas muestras de su valentía, la Capitana cerró el paso con su cuerpo, exigiendo respeto para las vidas de mujeres, niños y enfermos.

La respuesta fue una cerrada descarga de fusilería que le destrozó una pierna. A continuación los voluntarios, con su habitual sadismo, acuchillaron a los heridos. La salud de Isabel se agrava rápidamente por la falta de atención; la ausencia de tratamiento eficaz hizo que presentara una gangrena en la pierna y falleciera.

Así, Cuba perdía a La Capitana, cuyo grado fue dado por el Titán de Bronce como reconocimiento a su labor por la lucha independentista.

La heroica Capitana de Sanidad del Ejército Libertador constituye un gran ejemplo de la mujer patriota entregada por completo a la causa de la libertad de su pueblo. Su sacrificio personal, su entereza y su renunciación la incluyen en la numerosa lista de heroínas que a lo largo de la historia cubana han brindado su sangre a la conquista de una patria más justa.

Ya han transcurrido 125 años de su muerte, pero reconocer su ejemplo, su valor, su entrega a la causa es dignificar a la heroína, al ejemplo que legó a las nuevas generaciones de cubanos, cuyas entregas hoy se materializan en la solidaridad en otros países desarrollando la labor que Isabel glorificó: salvando vidas, y como fieles exponentes del pensamiento martiano de que Patria es Humanidad.

Ana Rosa Perdomo Sangermés