Lorca en La Habana, su fascinación por la cultura cubana

La llegada a La Habana del poeta, dramaturgo y prosista andaluz Federico García Lorca, el 7 de marzo de 1930, marcó el inicio de una etapa significativa en su vida, no solo por el impacto que tuvo en su obra, sino también por el profundo vínculo que estableció con la cultura y la gente de Cuba.
Invitado por la Institución Hispano-Cubana de Cultura, se sumergió en la vibrante vida cultural del país.
Su visita formaba parte de una gira por América, e incluía conferencias, recitales y encuentros con intelectuales. La Habana, en ese momento, era un hervidero cultural, y García Lorca se sintió inmediatamente atraído por su energía y diversidad.
En el transcurso de su estancia, que se extendió por varios meses, el poeta se alojó en el hotel La Unión, uno de los más antiguos de la urbe, ubicado en el corazón de La Habana Vieja. Desde allí, exploró la ciudad, sus calles, su gente y sus tradiciones, encontrando inspiración para su obra.
Como parte de sus actividades en la capital cubana impartió conferencias en la Institución Hispano-Cubana de Cultura y en otros espacios, donde compartió sus ideas sobre la poesía, el teatro y la importancia de la cultura popular. Entre sus charlas más recordadas se encuentra la titulada Imaginación, inspiración y evasión en la poesía, que más tarde sería conocida como La mecánica de la poesía, en la que defendió la libertad creativa y la conexión del arte con las raíces populares.
Además, participó en recitales de poesía, donde leyó fragmentos de sus obras más conocidas, como Romancero gitano y Poeta en Nueva York. Su presencia en La Habana fue celebrada por intelectuales y artistas, quienes vieron en él a un representante de la vanguardia literaria española.
También escribió algunas de sus obras, como su poema Son de negros en Cuba, con el que completó su libro Poeta en Nueva York, y en cuyos versos recoge la fuerte impresión que dejaran en él sus días cubanos, que hizo que en carta a sus padres definiera al país antillano como un paraíso terrenal.
García Lorca quedó fascinado por la música, la danza y la poesía popular cubanas. Asistió a bailes de rumba y son, visitó los cafés y teatros de la ciudad, y se relacionó con figuras destacadas de la cultura cubana, como los poetas Nicolás Guillén y José Lezama Lima, y el compositor Alejandro García Caturla.
La cultura afrocubana, la naturaleza exuberante del archipiélago y la vitalidad de su pueblo, dejaron una profunda huella en la obra del poeta español lo que se percibe en sus posteriores creaciones. En sus cartas y escritos, describió Cuba como un lugar mágico y lleno de vida, que contrastaba con la España de la época.
Federico García Lorca nació en Granada, España, el 5 de junio de 1898, y en el mismo sitio murió fusilado por el régimen fascista de Francisco Franco, el 18 de agosto de 1936, por sus ideales progresistas, agravados por su inclinación homosexual.
Hoy es recordado en Cuba como un amigo y un aliado de la cultura cubana. Su visita sigue siendo un hito en la historia cultural de la nación caribeña, y su obra continúa inspirando a nuevas generaciones de artistas y escritores. Su impronta se manifiesta en que una de las salas del Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso lleve su nombre.
Poema Son de negros en Cuba
Cuando llegue la luna llena iré a Santiago de Cuba,
iré a Santiago
en un coche de agua negra,
iré a Santiago,
cantarán los techos de palmera,
iré a Santiago.
Cuando la palma quiere ser cigüeña
iré a Santiago
y cuando quiere ser medusa el plátano
iré a Santiago.
Iré a Santiago
con la rubia cabeza de Fonseca.
Iré a Santiago.
Y con la rosa de Romeo y Julieta
iré a Santiago.
Mar de papel y plata de monedas.
Iré a Santiago.
¡Oh Cuba! ¡Oh ritmo de semillas secas!
Iré a Santiago.
¡Oh cintura caliente y gota de madera!
Iré a Santiago.
Arpa de troncos vivos. Caimán. Flor de tabaco.
Iré a Santiago.
Siempre he dicho que yo iría a Santiago
en un coche de agua negra.
Iré a Santiago.
Brisa y alcohol en las ruedas
iré a Santiago.
Mi coral en la tiniebla
iré a Santiago.
El mar ahogado en la arena
iré a Santiago,
calor blanco, fruta muerta.
Iré a Santiago.
¡Oh bovino frescor de cañavera!
¡Oh Cuba! ¡Oh curva de suspiro y barro!
Iré a Santiago.