¡…Y La Habana abrazó a los victoriosos rebeldes! (+Fotos)

El año nuevo había sorprendido a los cubanos con la trascendente noticia del triunfo revolucionario.
Culminaban así dos largos años de encarnizada y desigual lucha, desde el inicio de la Guerra de Liberación con el desembarco del yate Granma y de los primeros combates, hasta la apertura del Segundo y Tercer frentes orientales, la aplastante derrota de la última ofensiva batistiana en la Sierra Maestra, la Invasión a Occidente, al mando de los comandantes Ernesto Che Guevara y Camilo Cienfuegos, así como las batallas decisivas en la zona oriental del país y en Las Villas.
Desde Santiago de Cuba partiría el 2 de enero de 1958 la Caravana de la Libertad, con Fidel Castro al frente, hasta La Habana. El júbilo era desbordante en el pueblo, volcado en las calles y carreteras, que aclamaba con grandes muestras de cariño y admiración a los combatientes del Ejército Rebelde triunfante que la integraban.
A su paso por las ciudades en el extenso recorrido hasta la capital cubana, sin apenas descansar, el Comandante en Jefe Fidel Castro iba definiendo las bases de la organización administrativa, señalaba el funcionamiento de los mandos militares, ordenaba el comienzo de las más urgentes tareas de reconstrucción y exhortaba al cumplimiento del deber y la responsabilidad.
Los habaneros, como toda Cuba, seguían a través de la radio el trayecto de los rebeldes, y a viva voz, el día 8 de enero, se iban comunicando: “¡Ya Fidel está en el Cotorro, sobre uno de los tanques ocupados al ejército batistiano… acaba de abrazar a su hijo Fidelito… los trabajadores de la cervecería del Cotorro son los anfitriones por unos minutos… ahora va por la Virgen del Camino y prosigue su recorrido…”
Y La Habana desplegó sus banderas, avivó sus altavoces y sirenas, hasta de los barcos. ¡Serían inolvidables aquellos momentos del trayecto por la Calzada de Luyanó, Concha rumbo a Atarés, los elevados de los ferrocarriles, la Avenida del Puerto, el antiguo Palacio Presidencial (hoy Museo de la Revolución), el Malecón, la calle 23 del Vedado, y 41 y 31 en Playa!
Muchas horas demoró la llegada de la Caravana de la Libertad a su destino planificado para ese día. En lo que había sido la fortaleza de la tiranía proimperialista y escenario del cuartelazo dado por el tirano Fulgencio Batista el 10 de marzo de 1952, conocida como campamento militar de Columbia (hoy Ciudad Escolar Libertad), el pueblo penetró esa noche libremente hasta su polígono para escuchar las palabras del líder de la Revolución.
Agradeció, sobre todo, a quienes lo habían recibido y acompañado por todo el país y reconoció: «Nuestra más firme columna, nuestra mejor tropa, la única tropa que es capaz de ganar sola la guerra, esa tropa es el pueblo… ¡Jamás defraudaremos a nuestro pueblo!».
Ya Cuba era dueña de sus destinos y los sueños comenzarían a ser superados por la realidad. Como hermoso símbolo, tres palomas de una casa cerca despertaron por la algarabía y los aplausos del pueblo allí congregado. Atraídas por la luz de los reflectores que iluminaban mucho a Fidel, comenzaron a revolotear alrededor de él y una de ellas se posó en su hombro izquierdo, mientras las otras dos caminaron por el borde del podio desde donde hablaba.
El presente no olvida aquellos memorables días. Los jóvenes cubanos vuelven a andar por los surcos de la historia y reeditan desde el pasado 2 de enero, con su salida de Santiago de Cuba, los días emocionantes del paso de aquella Caravana de la Libertad, con Fidel al frente, por su extenso recorrido de mil kilómetros hasta su entrada triunfal en La Habana.
Es una tradición que las nuevas generaciones la esperen cada año con las muestras de entusiasmo y compromiso revolucionario durante su marcha por numerosos poblados, con la alegría renovada de saberse partícipes de un proyecto social que se renueva cada día y que se fortalece con la unidad que emana de los logros y reveses compartidos. A ellos se suman el pueblo y muchos de los protagonistas de la hermosa gesta libertaria de hace 64 años, que trajo la dignidad y la soberanía a la Patria, con la emoción de revivir esa clarinada de enero que fue luz de alborada.
Por estos días se han vivido siete jornadas de mucha algarabía, consignas, emociones, aprendizajes y vivencias inolvidables, como fueron las sentidas por aquellos hombres y mujeres de la sierra y del llano que lucharon y disfrutaron el triunfo, sin olvidar a los tantos caídos, recordando la vigencia de la sentencia premonitoria del indiscutible líder dela Revolución en sus palabras de aquel 8 de enero de 1959: «…quizás en lo adelante todo sea más difícil».




