Todos los homenajes dignos de Bolívar

Todos los homenajes dignos de Bolívar
Foto: Prensa Latina

Simón Bolívar, con su ejército heroico compuesto por cholos y llaneros, conmovió las cordilleras andinas y los llanos sudamericanos, al grito de ¡Libertad e Independencia!

Desde las montañas de Caracas a las riberas del Apure, el mayor afluente de los llanos venezolanos del río Orinoco, entre el estruendo de mil combates, venció a los ejércitos españoles.

Desafió profundos e impetuosos ríos y páramos helados, y atravesó inaccesibles montañas de la coordillera andina.  La historia conoce de pocos guerreros que hayan alcanzado tan lejanos horizontes y escenarios militares tan diversos.

Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander.

Los obstáculos sobrehumanos que tuvo que vencer El Libertador a través del continente para consumar la redención de Nuestra América, fueron muy penosos y dramáticos. Por eso José Martí pudo decir de Bolívar que recorrió más con las banderas de la libertad que ningún conquistador con las de la tiranía.

En una hazaña sin paralelo, atravesó los Andes, sorprendió al enemigo y lo derrotó en la batalla de Boyacá, en Colombia. Después venció en Carabobo, luego en Junín y por último en Ayacucho.

Venezuela, Ecuador, Colombia, Perú y Bolivia fueron liberadas por el héroe y supo prever el peligro de cualquier tipo de “ayuda” procedente de Estados Unidos, gobierno del que siempre receló, y expuso con franqueza que los norteamericanos debían tratarse como lo que son en América Latina: extranjeros, porque consideraba que no era beneficioso ni inteligente darle participación en los asuntos inherentes a ésta.

Tanta era su previsión política, que en carta dirigida al coronel inglés Patricio Campbell en 1829, expresaba: “Los Estados Unidos parecen destinados por la providencia para plagar la América de miserias a nombre de la libertad”.

Bolívar concibió la unidad americana formada por todos los pueblos sudamericanos en una sola nación, pues “tienen un origen, una lengua, unas costumbres y una religión común”.

El Gran Caraqueño, como también se le conoce, soñó con lograr la independencia de Cuba y Puerto Rico, y así lo planteó en el Congreso de Panamá, convocado en junio de 1826.

Nació en Caracas el 24 de julio de 1783, hace 240 años, en la casa de las esquinas de San Jacinto y Traposos, cuando Caracas tenía solamente tres mil 200 casas y unos 28 mil habitantes, y lo hizo para cambiar el curso de la historia de América. En su brioso Palomo, el favorito potro blanco que le regalara la humilde campesina Casilda Zafra, hizo las campañas de las Alturas de Bombona y todas las jornadas del sur que lo llevaron a Perú, y que él dirigió personalmente.

Como lo describió Gabriel García Márquez, en su novela El general en su laberinto, apenas medía de tamaño un metro con 65 centímetros, sus manos y pies eran pequeños, pero su corazón y sus ansias de libertad eran inmensos.

Amplia fue también la obra escrita por aquel caraqueño insigne, patriota entero. De ello dan cuenta las más de cinco mil cartas firmadas por él, el centenar de proclamas, los 26 discursos, 21 mensajes, 14 manifiestos, 12 leyes, decenas de decretos, el contenido de dos constituciones, llamamientos, así como numerosos artículos, ensayos, análisis de obras literarias, de los cuales algunos se conservan.

Toda la historia que escribió, con su espada y la pluma, refleja que sus 47 años de vida fueron poco tiempo para ideales tan grandes, como aquellos que enarboló y defendió en nombre de los pueblos: la independencia y la unión. De cuanto revés tuvo -incluidas traiciones, intrigas de sus más cercanos y complots de asesinato- Bolívar se incorporó con hidalguía ejemplar.

La solidaridad entre los pueblos latinoamericanos tiene el mejor ejemplo en Bolívar, y es por eso que los cubanos lo tienen como un prócer de la independencia, del cual se sienten orgullosos.

Para los pueblos latinoamericanos, como las palabras que dijera Martí sobre él en fecha  28 de octubre de 1893, “así está Bolívar en el cielo de América, vigilante y ceñudo, sentado en la roca de crear, con el inca al lado y el haz de banderas a los pies; así está él, calzadas aún las botas de campaña, porque lo que él no dejó hecho, sin hacer está hasta hoy: ¡porque Bolívar tiene que hacer en América todavía!”

Ana Rosa Perdomo Sangermés