Desde el triunfo revolucionario del Primero de enero de 1959, Fidel Castro participó en numerosos congresos de la CTC, sindicales y de distintos sectores, plenarias, encuentros de emulación, de estímulo a los mejores cortadores de caña y de abanderamiento de contingentes de macheteros, a los que habló en ese escenario.
Autor: Ana Rosa Perdomo Sangermés
Fidel Castro siempre lo valoró de manera extraordinaria, por eso consideraba que “estudiar la vida de Lenin, estudiar el pensamiento de Lenin, las doctrinas de Lenin y el ejemplo de Lenin constituyen no un homenaje sino una conveniencia, un beneficio para los pueblos”.
El homenaje en ocasión del centenario de la muerte de Vladimir Ilich Uliánov, cuyo nombre clandestino fue Lenin, adquiere connotaciones especiales cuando su visión genial del imperialismo está más vigente que nunca.
De Rubén Martínez Villena siempre habrá que hablar en presente, porque su impronta está en cada acto cotidiano de esta tierra, donde se vibra al compás de su hermosa poética.
Ana Betancourt ya era conocida desde el inicio de la gesta emancipadora; se ocupaba de la propaganda insurrecta, fungía como enlace entre la ciudad y el campo, ocultaba armas, daba albergue a los emisarios de los mambises, escribía proclamas…
Una combinación formidable de exigencia y sentido humano en el enfrentamiento de cada problema nos legó la inolvidable Celia.
No se podrá hablar del joven Mella y olvidar su papel en la continuidad del único proceso revolucionario que ha existido en Cuba, vinculando a la generación mambisa con la nueva vanguardia juvenil.
El 8 de enero de 1959 entró triunfalmente a La Habana la Caravana de la Victoria, encabezada por Fidel Castro, después de recorrer más de mil kilómetros y ser aclamada de forma calurosa a su paso por campos y ciudades, desde Santiago de Cuba hasta la capital cubana.