Su lugar en la historia de la literatura decimonónica cubana trascendió por sus obras poéticas.
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Cada representación de Tata Güines destilaba un grado soberbio de maestría, atemperado al gusto y sabidurías que solo la experiencia puede ofrecer.
Pedro Pablo Rodríguez ha sentado cátedra en el campo de estudios sobre la figura de José Martí, como también lo ha hecho en el caso del análisis de otros próceres, como Máximo Gómez, o en referencia a los estudios de las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos.
Este 28 de junio, Día Mundial del Árbol, es bueno recordar al Héroe Nacional de la República de Cuba, y su amor por la naturaleza, para que, como en otras esferas de la vida, nos guiemos por su vigente pensamiento en aras de ser capaces de cuidar el planeta agobiado hoy por mezquinos intereses.
Con el pincel de los otros, en la galería Villa Manuela, se titula la exposición del diseñador escénico, gráfico e ilustrador Zenén Calero Medina, Premio Nacional de Teatro 2020. Una reinvención para Teatro de Las Estaciones (1994-2024) a la manera de Calero, trabajando sobre las estéticas plásticas de Federico García Lorca y Hermenegildo Lanz, Alfredo Sosabravo, Arístides Hernández (Ares) y Luis Castro Enjamio.
Puede resultar difícil comprender cómo una persona que vivió tan solo 42 años pudo escribir una obra tan voluminosa y de tan variados temas, como lo hizo José Martí.
Este destacado patriota bayamés, muy cubano, no sólo contribuyó a ser iniciador del proceso de emancipación nacional, sino que llevó adelante una trascedente labor social para el desarrollo de la nombrada región del Valle del Cauto.
Su consagración en la escena actoral de los teatros de La Habana no estuvo amparada solo por su especialización, sino también por la trascendencia de las creaciones inspiradas por los sainetes de don Ramón de la Cruz y que evidenciaron la emergencia de una sensibilidad distinta, signada por el sentido de pertenencia de quienes nacieron en Cuba.